
Un refugio entre manglares.
Entre la espesura de los manglares de la Riviera Maya, a pocos minutos de Tulum, emerge un refugio íntimo de solo 14 habitaciones concebido como una extensión orgánica del entorno. El proyecto se inspira en las formas suaves y fluidas de la naturaleza, evocando conchas, capullos y hojas que flotan sobre el agua, dialogando con la serenidad de la laguna.
Cada habitación se plantea como una cápsula privada, suspendida sobre espejos de agua cristalina y conectada a través de sinuosos senderos elevados que serpentean entre la vegetación. La arquitectura se disuelve en el paisaje: cubiertas curvas de concreto prefabricadas con un pedestal que trata de ser poco intrusivo para el sitio, celosías de madera y materiales naturales que filtran la luz tropical y generan un ambiente íntimo y acogedor.
El diseño privilegia la experiencia sensorial. Desde la apertura de las celosías, los huéspedes perciben la transición constante entre interior y exterior, la brisa marina recorriendo los espacios y el murmullo del manglar acompañando cada estancia. El interior se reduce a lo esencial: texturas rústicas, telas naturales y mobiliario artesanal que invitan al descanso y a la contemplación.
Más que un hotel, el proyecto busca ser un santuario inmerso en el ecosistema, un espacio donde arquitectura y naturaleza coexisten en equilibrio. La escala íntima y la fragmentación del conjunto permiten que la vegetación recupere protagonismo, generando la sensación de un descubrimiento pausado: cada módulo aparece entre los árboles como un secreto escondido.



